El 9 de enero llegó a este mundo mi pequeño y gran bendición, Nicolás. Ese mismo día transformó mi vida de una manera que nunca imaginé. Sentir su presencia, ver su sonrisa y sostenerlo en mis brazos ha llenado mi corazón de un amor y una alegría inmensos. Esta experiencia ha sido el motor que me impulsa cada día a ser la mejor versión de mí mismo.
A pesar de la inexperiencia y las demandas de ser un padre primerizo y tener una empresa a cargo, también he seguido persiguiendo mis sueños como maratonista. Recuerdo que cuando me preparaba para la maratón de Londres, muchos me decían que no pensara en lograr un buen tiempo, que simplemente procurara terminarla dado el nuevo y demandante rol de padre. Pero estas palabras, lejos de desmotivarme, me dieron la fuerza para desafiar mis límites. Sabía que sería difícil, que requeriría más esfuerzo, disciplina, coraje y cabeza, pero también sabía que si realmente quería, podía hacerlo.
Mi esposa, Mónica, es mi gran compañera en este viaje. A través de la comunicación y el trabajo en equipo, hemos hecho de este proceso un disfrute total. Su apoyo incondicional y su amor han sido fundamentales para que yo pudiera seguir entrenando y superándome. A ella, le debo gran parte de mis logros y le dedico cada paso que doy.
Y mi bebé Nicolás, mi mayor inspiración. Cada vez que corro, siempre lo llevo en mi mente. Él es el verdadero campeón. Gracias a esta motivación, logré completar la maratón de Londres y con un nuevo récord personal de 2:52:00. No hay palabras para describir la felicidad que siento por haber superado esta meta, especialmente en un momento de tantos cambios y tan significativo en mi vida.
Cuando cumplí 40 años, me propuse como meta correr una maratón en menos de tres horas, la mejor que tenía era 3:25:51. Aunque el COVID-19 impidió mi primera oportunidad en París, no me di por vencido. Hice una maratón virtual que me dejó un 3:02 y seguí intentándolo en Chicago y New York logrando resultados cercanos a las 3 horas pero sin todavía lograr la meta. Continué trabajando duro y hoy a los 44 años, ya he completado tres maratones por debajo de las tres horas. Pero la última, la maratón de Londres, tuvo un sabor mucho más especial. Más allá del tiempo, disfruté cada kilómetro, agradecido por todo lo que la vida me ha dado y más por lo que me dio recientemente, Nicolás!
Hoy, quiero compartir con ustedes que los límites los pone uno mismo. Si uno quiere avanzar, lograr los objetivos y metas que se propone, está en uno mismo alcanzarlos o por lo menos, si no los alcanza, sentir esa satisfacción de que lo dio todo por ellos. Y para mí, la mayor satisfacción es poder dedicarle cada logro a mi familia.
Sigamos celebrando la vida y superando nuestros límites.
¡Feliz Día del Padre a todos los padres que, como yo, encuentran en sus hijos y familia la mayor motivación para seguir adelante!
Eduardo